Un novio, muy detallista y enamorado, llevó a su novia a celebrar el día de los enamorados, a un exclusivo templo sagrado donde les dieron un pequeño pedacito de papel a cada uno para escribir tres deseos para su pareja.
El novio, emocionado, porque, según la leyenda, los deseos que uno escribía en los pedacitos de papel de ese templo siempre se cumplían, escribió:
Deseo que nunca se canse de mí.
Deseo que siempre esté a mi lado.
Deseo que me ame para toda la vida.
Mientras que la novia escribió:
Deseo que se vuelva millonario.
Deseo que se case conmigo.
Deseo que se muera rápido.